domingo, 30 de septiembre de 2007

Tratamiento "Seguro en mi Soledad"

Luis es un ingeniero informático, casado y con una hija, lleva una vida normal. Su relación sentimental se rompe a causa de sus continuas discusiones con Marisa, su mujer, y el atractivo sexual de una coqueta y seductora diseñadora gráfica, Ana, más joven que él.
Un mes más tarde, Carmen, la madre de Luis está gravemente enferma, los médicos la han enviado a casa para esperar el fatídico día. Lucas, hermano menor de Luis, le comunica la mala noticia. Lucas está triste pero intenta desconsolar a un deprimido y derrumbado Luis.
La muerte de Carmen hace aún más difícil su relación con Marisa y por supuesto, su alocada relación con Ana termina totalmente. Luis entra en una depresión que con el paso del tiempo empieza a afectar también a su trabajo, familiares y amigos.
Luis, después de su separación empieza a tener dificultades económicas y cambia de piso, su mejor amigo Santi, le ayuda en la mudanza. En contraposición a Marisa, Luis es muy ahorrativo y previsor, pero a pesar de su separación él se siente culpable, tiene miedo de perder a su hija. Esa situación de inseguridad, unido a la depresión por la muerte de su madre llevará poco a poco a Luis a una nueva visión de la vida. Se siente rechazado por su ex mujer y su hija, se siente solo, a pesar de la amistad que le ofrece su buen amigo Santi y el apoyo de su hermano Lucas.
Un sentimiento de derrota se ha apoderado de Luis. Cada día renuncia a sus tareas cotidianas y ya no tiene alicientes que le motiven. Su relación con los vecinos es prácticamente nula, su timidez se ha acentuado.
Ya han pasado dos meses de la muerte de su madre y de su separación y Luis no se ha recuperado, al contrario, se ha recluido en su piso, descuida por completo su higiene y exige soledad, aunque su soledad mental le deprime aún más.
Guiado por una oscura necesidad de acumular compulsivamente, ahora tiene el impulso de recolectar cosas, como un coleccionista sin afición, se hace con objetos innecesarios de forma indiscriminada.
Se ha obsesionado con varios rituales, se ha auto impuesto unas normas así mismo, normas condicionadas por su depresión. Rehuye toda situación de comunicación, no sale a penas de casa, no se afeita ni cambia de ropa, solo come una vez al día o cada dos días y nunca limpia ni ordena nada en casa.
Tanto a su hermano Lucas como a su amigo Santi, les resulta difícil ayudarle, Luis evita todo tipo de atención, todo el tiempo dice que ese es su nuevo estilo de vida y que todo está bien. Siempre se expresa en contra de esta vida de consumo, cree que todos vivimos en una sociedad neurótica que compra y tira lo comprado a la basura constantemente. Según Luis, no quiere caer en la perversión de la abundancia ni en la apoteosis del desperdicio.
Su trastorno se hace con el paso del tiempo aún mayor, empieza a llevar al extremo lo que inicialmente parecía una crisis pasajera. Atrincherado en su piso, lleno de posesiones absurdas y artículos innecesarios, incluso empieza a tener amontonados los desperdicios. En realidad, todo este afán de atesorar frenéticamente todo tipo de cosas es su muro protector.
Gracias a los royalties de un videojuego, que programó antes de separarse, su situación económica es muy buena, dado su estado de inestabilidad guarda todo el dinero en casa siempre en el mismo tipo de caja, nunca piensa que tiene suficiente.
En su casa acumula mugre inútil: cajas, cargadores de aparatos, agendas viejas, gafas, cables, aparatos que no funcionan, cámaras de fotos antiguas, pesetas, envases de plástico, teclados de ordenadores viejos, pilas, ropa vieja, ropa estrecha, ropa fea, zapatos, bolsos, cuadros sin foto, cajas, maletas, herramientas oxidadas...y basura, mucha basura.
Unos jóvenes que viven en el piso de abajo se han quejado de que bajan cucarachas y moscas verdes a su cocina. Luis vive rodeado de desperdicios y bolsas de basura, su hogar es su madriguera, cada vez con menos espacio vital. Es un caos total, sus cosas ocupan todo el espacio desde el suelo al techo.
Con el tiempo Luis no quiere ni tan siquiera ver a su amigo ni a su hermano, y menos a sus vecinos, su comportamiento es extremadamente huraño, vive recluido en su piso, voluntariamente ha decidido estar en deplorables condiciones, ha renunciado a vivir con dignidad.
Lucas, hermano de Luis, habla con una amiga suya que es psicóloga clínica sobre el estado de su hermano pero ésta le dice que si no está incapacitado por motivo de alguna patología psiquiátrica de base o una demencia, no puede ser ingresado en una residencia sin su consentimiento.
Lucas y Santi, llevan a casa de Luis a una asistenta social, quieren limpiar y darle de comer; Luis rechaza su ayuda y les asegura que en menos de una semana todo estará igual, según él, es su deseo estar así.

Sin darse cuenta, Luis se ha convertido en una persona derrumbada, incapaz de volver a vivir dignamente y en plenitud. Luis no puede volver a llevar una vida normal, se ve incapaz de adaptarse a las personas, a la vida cotidiana, se siente diferente a los demás y sobre todo: incomprendido. Sus objetivos y satisfacciones han cambiado. Luis se siente seguro en su soledad.

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